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La maleta de Lucas

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 Un viajero, una puerta y una maleta. Una escena abierta a múltiples incógnitas. Pero cuando vas caminando por la calle y te encuentras con una foto, no te entretienes en resolver acertijos. Solo ves la luz, el color, la situación… Transcurren los días, observas las fotos en tu casa y entonces surgen las preguntas. ¿Ese hombre inicia o termina su viaje? ¿Qué llevará en esa maleta? ¿Será pesada? Desde luego, tendrá que cargar con ella porque no tiene ruedas. Y como ya no tienes prisa para que la situación no se esfume, te puedes entretener imaginando respuestas y todo se va concretando: ese hombre se llama Lucas y su maleta…

Voces

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 Si cuando caminas por la calle, tienes la sensación de escuchar voces a lo lejos, tal vez sea porque alguien te grita.

Imaginando a Caravaggio

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 Un bar es un lugar donde hacer un alto en el camino. Un café, una conversación, tal vez algo para comer… Y si ya está bien avanzado el mediodía y la luz del sol se cuela con decisión por la puerta, envolviendo de luces y sombras a dos mujeres sentadas a una mesa, entonces el fotógrafo imagina una pintura de Caravaggio, saca su cámara y dispara. Simplemente por eso, porque su mirada ha creído dibujar algo parecido a un cuadro del genio del barroco. Tal vez, no haya nada malo en eso.

La sencillez

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 Una paleta de colores reducida, dos paseantes, un texto discreto, una señal de tráfico, una sombra que apenas se insinúa, algunas puertas y ventanas que proyectan paralelogramos... Unos pocos y sencillos elementos. A veces, lo que busco en una imagen es precisamente eso: la sencillez.

Dentro del espejo

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 Cuando apretamos el disparador de nuestra cámara, ¿estamos haciendo un retrato de la realidad o estamos construyendo otra cosa que no es exactamente esa realidad? Lo que decidimos incluir o dejar fuera del encuadre, la óptica que elegimos, el lugar desde el que disparamos, el peso que damos a las luces o a las sombras en la exposición, el tratamiento que damos al color... Cada una de esas elecciones, altera la realidad que vemos y crea otra que no es exactamente la misma: la realidad fotográfica. Solo en esta realidad de dos dimensiones, podemos encerrar a alguien dentro de un espejo.

La noche nos saluda

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 La luz de la noche, el texto, geometrías y patrones que se repiten... Todo me sugería una imagen interesante. Solo faltaba introducir una sombra que parece saludarnos: "¡Hola!" "مرحبا"

Con la cámara en la mano

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Una de las primeras cosas que aprendes, seguramente la primera, cuando empiezas a hacer fotografía callejera, es que siempre hay que llevar la cámara en la mano. La calle cambia tan deprisa, que solo así tienes alguna oportunidad de capturar lo que pasa. Caminas, observas lo que sucede a tu alrededor, buscas en lo ordinario una imagen extraordinaria, o encuentras un escenario y te detienes a esperar que aparezca un personaje que complete la escena. En ese deambular, a veces te cruzas con alguien con la cámara en mano, que busca también momentos o situaciones que recoger en una imagen. Y en una especie de juego metafotográfico, te ves impulsado a apretar el disparador. Es la fotografía hablando de sí misma.