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Rupturas

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 Había pasado dos o tres veces por ahí a lo largo de la mañana, pero no di demasiada importancia a ese elemento. Entonces vi a un buen amigo andurreando alrededor con su cámara. Me dije: 'Si Ángel le presta atención, seguro que hay algo que rascar." Me acerqué nuevamente, consideré distintos puntos de vista y me gustó cómo un elemento vertical tan potente, rompía con la linealidad del horizonte. 

Conexiones

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 Dice Joel Meyerowitz, que expresarse a través de la fotografía es una forma de mirar el mundo y ver las piezas que te conectan con él. Dice, que la fotografía va de responder a las cosas que llaman tu atención y establecer una conexión con ellas. Pongamos que es diciembre y que piensas que un mercado navideño te puede ofrecer algún motivo fotográfico interesante. Vas paseando y observas algo que llama tu atención. Sí, parece que hay conexión. Disparas. Algunos días después, revisas las fotos en casa y aparece el motivo de la conexión: la niñez y sus inmediaciones. Miras ese montón de "rosquillas" coloradas y dices: ¡Ojalá hubiese tenido un montón de deslizadores hinchables en mi infancia! ¡Aunque no hubiesen sido rojos!

Ya lo dijo Nikos

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 Hace unos días, revisitaba las fotos de Nikos Economopoulos y me encontré con esta frase: "Uno no puede esconderse de su propia cámara." Quizás, Economopoulos quiso decir con esto, que cuando capturamos imágenes estamos desvelando algo de nosotros mismos, que no podemos ocultar nuestra manera de mirar. La frase me hizo pensar en esta foto. Tal vez porque siempre tengo un horizonte al que mirar, aunque el mundo cada vez lo ponga más difícil. Así que, sí, no puedo esconderme de mi propia cámara. Ya lo dijo Nikos. 

Volver a la vida

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Definitivamente, sí. Algo vuelve a la vida cada vez que miramos una fotografía. Tal vez por eso las hacemos, para no dar por perdidos para siempre momentos, lugares, sensaciones... Creo que esa especie de magia está ahí,  a mí me pasa con muchas fotografías, pero requiere una pequeña condición: no sustituir ningún momento, ningún lugar, ni ninguna sensación, por una foto. Creo que primero hay que conectar con los sitios y solo después, apretar el disparador. Si no has vivido un lugar antes de hacer la foto,  no habrá nada que pueda volver a la vida. Lisboa, es una de las ciudades con las que más intensamente he conectado. Será por eso, que sus fotos guardan para mí, una respiración y un latido tan especiales. 

Estampas 4. ¿Cuánto es para siempre? A veces, solo un segundo

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  Mientras estoy decidiendo qué meto dentro del encuadre, qué dejo fuera y cuándo aprieto el disparador, es muy posible que, en mi interior, esté manteniendo algún diálogo parecido a este: Alicia preguntó: “¿Cuánto es para siempre?”, el Conejo Blanco le contestó: “A veces, solo un segundo”. Porque, sí, en una fracción de segundo, hay algo que queda detenido para siempre. Porque, en esencia, una foto es eso, pequeñas fracciones de segundo atrapadas en una pantalla o en papel. Creo que, lo que de verdad importa, es lo que vuelve a la vida cada vez que miramos una.

Estampas 3. Cambiar de planes

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 A veces sucede. Tienes una cosa en mente y te encuentras con algo que te hace cambiar de idea. Me rondaba por la cabeza alguna cosa que decir para acompañar esta fotografía, pero la casualidad ha hecho que esta misma mañana me encontrará con un texto de Cristina García Rodero. Y claro, no me ha quedado otra que rendirme a la sabiduría de la gran Cristina. En fin, que aquí van su frase y una pequeña reflexión. “La fotografía es una lucha. El enemigo es el tiempo y vences cuando consigues congelarlo en el momento adecuado, evitando que algo que habla de ti y de lo que está pasando muera y desparezca para siempre”. Hasta esos momentos que nos descubren pequeños gestos intrascendentes y cotidianos, merecen su oportunidad para flirtear con la inmortalidad, como alguien que, en día de lluvia y viento, sujeta con una mano la capucha de su gabán.