Una de las primeras cosas que aprendes, seguramente la primera, cuando empiezas a hacer fotografía callejera, es que siempre hay que llevar la cámara en la mano. La calle cambia tan deprisa, que solo así tienes alguna oportunidad de capturar lo que pasa. Caminas, observas lo que sucede a tu alrededor, buscas en lo ordinario una imagen extraordinaria, o encuentras un escenario y te detienes a esperar que aparezca un personaje que complete la escena. En ese deambular, a veces te cruzas con alguien con la cámara en mano, que busca también momentos o situaciones que recoger en una imagen. Y en una especie de juego metafotográfico, te ves impulsado a apretar el disparador. Es la fotografía hablando de sí misma.