Al regresar
Me gusta la fotografía nocturna, porque la noche impone otro ritmo. No solo porque la ciudad se mueve de otra forma, sino porque la materia prima con la que se construyen las imágenes se comporta de manera diferente. Por el día la luz se mueve y en poco tiempo, las luces y las sombras han cambiado casi por completo el escenario. No tienes demasiado tiempo para pensar si ese es el momento de apretar el disparador. Por la noche, salvo la que dan los faros de los coches, la luz no se mueve. Cuando encuentras un punto de luz, por ejemplo una farola, tienes tiempo para pensar, mirar desde un lado y desde el otro, irte y volver más tarde si algo no te cuadra. La farola y su luz segirán ahí. Y al regresar, tal vez te encuentres a una pareja que habla tranquilamente de sus cosas, y te da ese "algo" que la primera vez no habías encontrado.