Cuando te gusta ese contraste fuerte entre luces y sombras que se produce cuando el sol está en todo lo alto, si vas caminando bajo unos porches en sombra, es una suerte encontrarte con una mujer que vista un vestido blanco.
Hace unos días, revisitaba las fotos de Nikos Economopoulos y me encontré con esta frase: "Uno no puede esconderse de su propia cámara." Quizás, Economopoulos quiso decir con esto, que cuando capturamos imágenes estamos desvelando algo de nosotros mismos, que no podemos ocultar nuestra manera de mirar. La frase me hizo pensar en esta foto. Tal vez porque siempre tengo un horizonte al que mirar, aunque el mundo cada vez lo ponga más difícil. Así que, sí, no puedo esconderme de mi propia cámara. Ya lo dijo Nikos.
Definitivamente, sí. Algo vuelve a la vida cada vez que miramos una fotografía. Tal vez por eso las hacemos, para no dar por perdidos para siempre momentos, lugares, sensaciones... Creo que esa especie de magia está ahí, a mí me pasa con muchas fotografías, pero requiere una pequeña condición: no sustituir ningún momento, ningún lugar, ni ninguna sensación, por una foto. Creo que primero hay que conectar con los sitios y solo después, apretar el disparador. Si no has vivido un lugar antes de hacer la foto, no habrá nada que pueda volver a la vida. Lisboa, es una de las ciudades con las que más intensamente he conectado. Será por eso, que sus fotos guardan para mí, una respiración y un latido tan especiales.
Dice Joel Meyerowitz, que expresarse a través de la fotografía es una forma de mirar el mundo y ver las piezas que te conectan con él. Dice, que la fotografía va de responder a las cosas que llaman tu atención y establecer una conexión con ellas. Pongamos que es diciembre y que piensas que un mercado navideño te puede ofrecer algún motivo fotográfico interesante. Vas paseando y observas algo que llama tu atención. Sí, parece que hay conexión. Disparas. Algunos días después, revisas las fotos en casa y aparece el motivo de la conexión: la niñez y sus inmediaciones. Miras ese montón de "rosquillas" coloradas y dices: ¡Ojalá hubiese tenido un montón de deslizadores hinchables en mi infancia! ¡Aunque no hubiesen sido rojos!
Que bien elegido el motivo y forzado con contraste
ResponderEliminarquise decir.... "y el forzado del contraste" (aquí el contraste tan acusado juega un papel esencial a mi modo de ver)
ResponderEliminarExactamente. La luminosidad que desprendía el blanco del vestido, estaba pidiendo a gritos forzar la exposición para tener un contraste tan fuerte.
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