Leer un libro mientras esperas que te traigan un café, no es mala opción. Por ejemplo, para un domingo por la mañana. Lo que me pregunto, es qué habrá pedido el perro.
Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
La orilla del río es un buen lugar para esperar y encontrarse, para estar y mirarse. El fotógrafo no sabe lo que la corriente les trae, ni lo que la corriente se lleva; no sabe lo que el agua les dice, ni lo que el agua se calla. No sabe lo que miran, lo que sueñan… Simplemente se asomó, miró hacia abajo, le gustó la escena y disparó su cámara.
Tortitas con nata, en esa calle las hacen muy buenas ;-).
ResponderEliminarDesde luego el blanco y negro es otra historia, muy elegante, además en esta foto está iluminada por el sol mañanero, muy chula (Amparo)
EliminarSí, me apunto a las tortitas. Están un poco más arriba.
EliminarEl reflejo del blanco de las páginas del libro es un plus.
ResponderEliminarGracias por fijarte en los detalles, Luis.
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