Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
Resuelta como te gusta, con altos contrastes, el contrapicado es otro factor que añade interés, el resultado se me antoja con un toque surrealista muy interesante
La orilla del río es un buen lugar para esperar y encontrarse, para estar y mirarse. El fotógrafo no sabe lo que la corriente les trae, ni lo que la corriente se lleva; no sabe lo que el agua les dice, ni lo que el agua se calla. No sabe lo que miran, lo que sueñan… Simplemente se asomó, miró hacia abajo, le gustó la escena y disparó su cámara.
Cierto más que ofrecer resistencia ante tal oportunidad lo que hay que hacer es buscar la mejor posición y disparar. Abrazo
ResponderEliminarOtro abrazo, Luis.
EliminarIndudable
ResponderEliminarTodos tenemos nuestras debilidades. Gracias, Joaquín.
EliminarMe resulta una imagen inquietante: una oscura figura en primer plano, potenciada por ese contrapicado y contrastada por la pared blanca (soy Amparo)
ResponderEliminarMe gusta mucho
EliminarLo bueno de la fotografía, es que siempre está abierta a la interpretación de quién la mira.
EliminarAh! Gracias.
EliminarResuelta como te gusta, con altos contrastes, el contrapicado es otro factor que añade interés, el resultado se me antoja con un toque surrealista muy interesante
ResponderEliminarYa se dice que la cabra, siempre tira al monte. Uno tiene sus querencias y sus debilidades. Me gusta eso del toque surrealista.
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