Hay sitios por los que pasas a diario y no reparas en que te puedan dar una foto interesante. Pero de repente un día te fijas en ellos. Te detienes, haces alguna foto y cuando llegas a casa les echas un vistazo rápido. Pero no funcionan. Piensas con más detenimiento en qué foto te gustaría obtener en ese sitio y al día siguiente te vuelves a detener. Tomas otras cuantas imágenes, y cuando las ves piensas que hay alguna que puede funcionar. Dejas pasar algunos días antes de revisarlas, eliges una y tomas un par de decisiones importantes: le sobra el color y lo que realmente importa son los que pasan. Y no sé muy bien por qué, pero al ver la imagen definitiva en blanco y negro, decides que esta entrada llevará el título en inglés. ¿Será por el black and white?
Las calles de nuestras ciudades acogen numerosas muestras de arte urbano. Me gusta cómo esos murales juegan con el espacio, cómo se adaptan a la superficie en la que han sido pintados y cómo interactúan con nosotros para transmitir su idea. Nos detenemos a mirarlos, cuando en realidad ellos nos miran a nosotros. Son algo más que una pintura que llena de color nuestras calles: son una ventana abierta a una realidad que va más allá de nuestras paredes.
Entiendo la ciudad como un entorno creado para las personas y la calle como el lugar en el que la gente toma posesión de ese entorno. La gente es la protagonista en la calle y por eso me gusta que sea la protagonista en mis fotografías. Pero a veces, en esa realidad fotográfica que se crea con las imágenes, me dejo llevar por el juego de la geometría y concedo el protagonismo a las líneas. Giro mi cámara cuarenta y cinco grados, subexpongo ligeramente, y la realidad se transforma en una sucesión de ángulos y diagonales. En esos momentos, no me importa que las personas se reduzcan a una pequeña silueta casi perdida entre las sombras. Canon Ixus 75 35mm f/8 1/320 ISO 80 EV -0.7
Aquí comenzó el periplo familiar supongo ;-)
ResponderEliminarSupones bien.
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