Y saber estar, mirar y fotografiar. No hay duda de que la luz lo es todo, aquí el contraste marca la propia narrativa con ese cierto misterio que procura la penumbra en el personaje. Tan cotidiano como sorprendente
Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
La orilla del río es un buen lugar para esperar y encontrarse, para estar y mirarse. El fotógrafo no sabe lo que la corriente les trae, ni lo que la corriente se lleva; no sabe lo que el agua les dice, ni lo que el agua se calla. No sabe lo que miran, lo que sueñan… Simplemente se asomó, miró hacia abajo, le gustó la escena y disparó su cámara.
Es cierto lo que dices. La luz dibuja y el fotógrafo eterniza.
ResponderEliminarVeo una buena luz (con sus buenas sombras) y pierdo la cabeza.
EliminarY saber estar, mirar y fotografiar. No hay duda de que la luz lo es todo, aquí el contraste marca la propia narrativa con ese cierto misterio que procura la penumbra en el personaje. Tan cotidiano como sorprendente
ResponderEliminarUna esquina y una hora estupendas.
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