Dice Alex Webb, que cree en las fotografías que transmiten un cierto nivel de ambigüedad, que plantean preguntas en vez de dar respuestas. Yo, como no soy Alex Webb, digo simplemente, que me gusta la geometría.
Yo soy de los que cree que todas las fotos transmiten esa ambigüedad de la que habla A. Webb ya que solo el autor sabe lo que quiso hacer con la realidad que tuvo delante de sus ojos y que quiso transmitir. Diría más, a veces no el autor es del todo consciente de lo que quiso comunicar y simplemente se detuvo delante de aquello que inconscientemente le llamó la atención. Por lo tanto ¿qué tanto por ciento le corresponde al autor y cuánto al espectador? Abrazo
Planteas una cuestión muy sustanciosa. Creo que hay dejar al espectador su parte de creación, dándole los elementos suficientes para que él complete la obra. No creo que sea bueno darle todo hecho. En ese sentido, una creación artística es una construcción compartida de artista y espectador. Y es cierto que, como autor, hay veces que tomas conciencia de lo que has hecho, cuando tienes el resultado frente a ti.
Luis aporta una interesante reflexión. Pero creo que nada de eso sería posible sin el necesario bagaje, aprendizaje, cultura visual (o como queramos llamarlo) del fotógrafo que toma la foto. La intención (me repito, lo sé) eso es lo que cuenta, otra cosa es ignorar lo casual y el dejarse llevar … en esta fotografía hay muchas lecturas posibles, siempre interesante, y quizás algo de esa influencia del amigo Webb
En efecto, es una reflexión buen interesante. El bagaje cultural ( incluyendo fotografía y otras disciplinas más allá de la fotografía) influye tanto en quien toma la foto (con una intención, por supuesto) como en quien la observa. Pero en cualquier caso, hay que dejar a quien observa, su espacio para completar la obra.
Hace unos días, revisitaba las fotos de Nikos Economopoulos y me encontré con esta frase: "Uno no puede esconderse de su propia cámara." Quizás, Economopoulos quiso decir con esto, que cuando capturamos imágenes estamos desvelando algo de nosotros mismos, que no podemos ocultar nuestra manera de mirar. La frase me hizo pensar en esta foto. Tal vez porque siempre tengo un horizonte al que mirar, aunque el mundo cada vez lo ponga más difícil. Así que, sí, no puedo esconderme de mi propia cámara. Ya lo dijo Nikos.
Definitivamente, sí. Algo vuelve a la vida cada vez que miramos una fotografía. Tal vez por eso las hacemos, para no dar por perdidos para siempre momentos, lugares, sensaciones... Creo que esa especie de magia está ahí, a mí me pasa con muchas fotografías, pero requiere una pequeña condición: no sustituir ningún momento, ningún lugar, ni ninguna sensación, por una foto. Creo que primero hay que conectar con los sitios y solo después, apretar el disparador. Si no has vivido un lugar antes de hacer la foto, no habrá nada que pueda volver a la vida. Lisboa, es una de las ciudades con las que más intensamente he conectado. Será por eso, que sus fotos guardan para mí, una respiración y un latido tan especiales.
A veces sucede. Tienes una cosa en mente y te encuentras con algo que te hace cambiar de idea. Me rondaba por la cabeza alguna cosa que decir para acompañar esta fotografía, pero la casualidad ha hecho que esta misma mañana me encontrará con un texto de Cristina García Rodero. Y claro, no me ha quedado otra que rendirme a la sabiduría de la gran Cristina. En fin, que aquí van su frase y una pequeña reflexión. “La fotografía es una lucha. El enemigo es el tiempo y vences cuando consigues congelarlo en el momento adecuado, evitando que algo que habla de ti y de lo que está pasando muera y desparezca para siempre”. Hasta esos momentos que nos descubren pequeños gestos intrascendentes y cotidianos, merecen su oportunidad para flirtear con la inmortalidad, como alguien que, en día de lluvia y viento, sujeta con una mano la capucha de su gabán.
Yo soy de los que cree que todas las fotos transmiten esa ambigüedad de la que habla A. Webb ya que solo el autor sabe lo que quiso hacer con la realidad que tuvo delante de sus ojos y que quiso transmitir. Diría más, a veces no el autor es del todo consciente de lo que quiso comunicar y simplemente se detuvo delante de aquello que inconscientemente le llamó la atención. Por lo tanto ¿qué tanto por ciento le corresponde al autor y cuánto al espectador? Abrazo
ResponderEliminarPlanteas una cuestión muy sustanciosa. Creo que hay dejar al espectador su parte de creación, dándole los elementos suficientes para que él complete la obra. No creo que sea bueno darle todo hecho. En ese sentido, una creación artística es una construcción compartida de artista y espectador. Y es cierto que, como autor, hay veces que tomas conciencia de lo que has hecho, cuando tienes el resultado frente a ti.
EliminarLuis aporta una interesante reflexión. Pero creo que nada de eso sería posible sin el necesario bagaje, aprendizaje, cultura visual (o como queramos llamarlo) del fotógrafo que toma la foto. La intención (me repito, lo sé) eso es lo que cuenta, otra cosa es ignorar lo casual y el dejarse llevar … en esta fotografía hay muchas lecturas posibles, siempre interesante, y quizás algo de esa influencia del amigo Webb
ResponderEliminarEn efecto, es una reflexión buen interesante. El bagaje cultural ( incluyendo fotografía y otras disciplinas más allá de la fotografía) influye tanto en quien toma la foto (con una intención, por supuesto) como en quien la observa. Pero en cualquier caso, hay que dejar a quien observa, su espacio para completar la obra.
EliminarBeautiful blog
ResponderEliminarThank you so much.
EliminarPlease read my post
ResponderEliminarThanks for the invitation.
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