En la calle hay muchas pequeñas cosas que llaman tu atención y te empujan a apretar el dispardor. Una camisa especialmente colorida, un sombrero, o simplemente, alguien que siente curiosidad por algo y se detiene a mirar.
La curiosidad del fotógrafo, es lo que nos hace disparar, a un punto en concreto o a una persona, que nos llama la atención. Que tengas una buena semana.
Creía haber comentado ya esta fotografía... a ver si ha ido a parar a la lista de spam. Cada fotografía, es fruto de la curiosidad, aunque también nuestro protagonista, no carece de ella. Su forma de observarlo todo, son buenos síntomas de curiosidad.
A veces sucede. Tienes una cosa en mente y te encuentras con algo que te hace cambiar de idea. Me rondaba por la cabeza alguna cosa que decir para acompañar esta fotografía, pero la casualidad ha hecho que esta misma mañana me encontrará con un texto de Cristina García Rodero. Y claro, no me ha quedado otra que rendirme a la sabiduría de la gran Cristina. En fin, que aquí van su frase y una pequeña reflexión. “La fotografía es una lucha. El enemigo es el tiempo y vences cuando consigues congelarlo en el momento adecuado, evitando que algo que habla de ti y de lo que está pasando muera y desparezca para siempre”. Hasta esos momentos que nos descubren pequeños gestos intrascendentes y cotidianos, merecen su oportunidad para flirtear con la inmortalidad, como alguien que, en día de lluvia y viento, sujeta con una mano la capucha de su gabán.
Y cualquier fotógrafo de calle que se precie ¿debería tener alguna foto de músicos callejeros o es un tópico que es mejor evitar? Quizás se trata, como decía Elliott Erwitt, de reaccionar ante lo que ves, con suerte sin ideas preconcebidas. Es tan simple como percibir las cosas y organizarlas.
En la calle la vida transcurre con rapidez. En ese discurrir de la vida, buscas gestos, momentos, escenas, instantes... cuando crees que has encontrado uno, aprietas el obturador, y en una fracción de segundo capturas una imagen. Ese ritmo, esa rapidez, te hace estar atento, te obliga a detenerte y observar. Te paras, contemplas la vida delante de ti y entonces, algo parecido al instinto, te hace disparar. Sí, en medio del bullicio de la ciudad, la fotografía te enseña a tener momentos de pausa.
La vida sin más artilugios. Así de simple.
ResponderEliminarLa fuerza de la simpleza, Luis. Gracias por tu comentario.
EliminarLa curiosidad del fotógrafo, es lo que nos hace disparar, a un punto en concreto o a una persona, que nos llama la atención.
ResponderEliminarQue tengas una buena semana.
Muy natural y luminosa, a propósito q miraba?jeje (Amparo)
ResponderEliminarPues no lo sé. Yo le estaba mirando a él. Hice la foto y seguí a lo mío.
EliminarCreía haber comentado ya esta fotografía... a ver si ha ido a parar a la lista de spam.
ResponderEliminarCada fotografía, es fruto de la curiosidad, aunque también nuestro protagonista, no carece de ella. Su forma de observarlo todo, son buenos síntomas de curiosidad.