Cada día, veo imágenes del genocidio que Israel está cometiendo en Gaza. Son imágenes que duelen, se te clavan, te atraviesan, te parten el corazón y te sacuden la capacidad de comprender. "¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible?" No puedo dejar de mirarlas y no puedo dejar de pereguntarme eso mientras las miro. Mi conciencia me obliga a entrar cada día en esa especie de ritual del dolor, porque hay muchos periodistas gazatís que cada día tienen la entereza de fotografiar o filmar a sus vecinos, a sus amigos, a sus familiares muertos o muriendo de hambre, para que el mundo vea y sepa lo que allí está pasando. Hacen un esfuerzo enorme para documentar la barbarie y para buscar la manera de que su trabajo salga de su tierra debastada. Venciendo a su dolor y arriesgando su vida. Anas al-Sharif (28 años), Ayat Khadoura (27 años), Hamza Dahdouh (27 años), Fatima Hassouna (25 años), Hossam Shabat (23 años)... Así, hasta más de 200 periodistas, han sido ases...