Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
La orilla del río es un buen lugar para esperar y encontrarse, para estar y mirarse. El fotógrafo no sabe lo que la corriente les trae, ni lo que la corriente se lleva; no sabe lo que el agua les dice, ni lo que el agua se calla. No sabe lo que miran, lo que sueñan… Simplemente se asomó, miró hacia abajo, le gustó la escena y disparó su cámara.
En caso de arriesgarse que sea después de pensarlo y decidir que hacer.
ResponderEliminarPor supuesto, riesgo reflexivo. Gracias por comentar, Luis.
EliminarNo parece muy convencido de tener que pararse, eso pasa mucho!(Amparo)
ResponderEliminarLa vida está llena de dudas.
EliminarQue buena!!!, me encanta esa partición de la escena, los planos superpuestos con colores puros, la fuerza de la gráfica de la señal.... en fin!
ResponderEliminarPues muchas gracias. Me alegra que te guste.
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