A veces una foto es algo más que una imagen. Es un hilo que nos conecta con una ciudad, con un lugar. Incluso con un olor y un sabor. A pica pau, a bacalao a bras, a pastel de nata, a bolo reí... Sí, a veces una foto se convierte en hilo.
Con todo el sabor de la noche y una luz preciosa. Por cierto el PicaPau no lo conocía y, una vez buscado de qué va, ya me está faltando tiempo para probarlo ;-)
Hace unos días, revisitaba las fotos de Nikos Economopoulos y me encontré con esta frase: "Uno no puede esconderse de su propia cámara." Quizás, Economopoulos quiso decir con esto, que cuando capturamos imágenes estamos desvelando algo de nosotros mismos, que no podemos ocultar nuestra manera de mirar. La frase me hizo pensar en esta foto. Tal vez porque siempre tengo un horizonte al que mirar, aunque el mundo cada vez lo ponga más difícil. Así que, sí, no puedo esconderme de mi propia cámara. Ya lo dijo Nikos.
No sé si está bien o mal, pero no suelo hablar de las sensaciones que mis fotos me producen. Tal vez para no condicionar la mirada de nadie. En esta ocasión voy a hacer una excepción. Esta foto me produce mucha tranquilidad. El equilibrio de la composición, la paleta de colores… pero sobre todo el hombre de la imagen. Que alguien espere a que empiece a caer la noche, coja sus cañas, lance su cebo al mar y se siente a esperar a que algo pique, me parece un contagioso ejercicio de serenidad. Cuando hago fotos no busco ningún resultado en particular, simplemente disfruto del hecho de fotografiar. ¿A él le pasará igual? ¿Acudirá a la playa con sus cañas sin esperar ningún resultado en particular? ¿Le bastará con estar ahí, sentado frente al mar, contemplando el horizonte mientras espera? Bueno, creo que esa no es una mala forma de disfrutar.
Dice Joel Meyerowitz, que expresarse a través de la fotografía es una forma de mirar el mundo y ver las piezas que te conectan con él. Dice, que la fotografía va de responder a las cosas que llaman tu atención y establecer una conexión con ellas. Pongamos que es diciembre y que piensas que un mercado navideño te puede ofrecer algún motivo fotográfico interesante. Vas paseando y observas algo que llama tu atención. Sí, parece que hay conexión. Disparas. Algunos días después, revisas las fotos en casa y aparece el motivo de la conexión: la niñez y sus inmediaciones. Miras ese montón de "rosquillas" coloradas y dices: ¡Ojalá hubiese tenido un montón de deslizadores hinchables en mi infancia! ¡Aunque no hubiesen sido rojos!
Con todo el sabor de la noche y una luz preciosa. Por cierto el PicaPau no lo conocía y, una vez buscado de qué va, ya me está faltando tiempo para probarlo ;-)
ResponderEliminarPues hay que probarlo, sí, porque es estupendo. De ternera o de cerdo. Tú eliges.
Eliminar