Adivina adivinanza. ¿En qué se parecen un espejo y una fotografía? En que los dos nos muestran una imagen de la realidad, pero ninguno la refleja exactamente como es.
Una verdad como un templo. Eso es lo que convierte a la fotografía en algo realmente inesperado para el espectador y es precisamente ese misterio en lo que hay que entrar cuando se mira una fotografía. Adivinar, intuir, imaginar lo que ha vio el fotógrafo cuando decidió apretar el disparador.
Si uno se encuentra con una pared blanca en la que se refleja la potente luz de mediodía, cómo va a resistirse a convertir en silueta al hombre del teléfono.
Hace unos días leía en un blog amigo (www.fotosqueimportan.com), que "todo sucede en la calle, el pulso de la vida, las emociones..." No descarto que esa sea la razón por la que he reparado en esta foto al repasar mi archivo. No puedo estar más de acuerdo. La calle contiene el pulso de la vida. Seguramente sea por eso por lo que, cuando salimos con la cámara a la calle, dirigimos nuestro objetivo hacia la gente. Quizás todo es una ilusión, un vano intento de atrapar ese "pulso de la vida" en un rectángulo de dos por tres. Y si te encuentras con algo que altera el habitual discurrir de la ciudad, por ejemplo, unas estudiantes de bellas artes dibujando un monumento, preparas la máquina de atrapar momentos, porque sabes que se producirán interacciones que no se darían si no estuvieran ellas. Si tengo que elegir entre un monumento y una escena callejera, elijo sin dudarlo la segunda. Los monumentos están, pero las cosas suceden. Y me interesa, sobre todo, lo que suced
Las cámaras de fotos no pueden registrar los pensamientos, solo la luz. A menudo sucede, que lo que la cámara no alcanza, lo completa el espectador con su imaginación. Los seres humanos tenemos disposición a imaginar qué estarán pensando otras personas. Es un impulso de nuestra capacidad de percepción y disfrutamos con él. Teoría de la mente, se llama en psicología. Y sí, cómo resistirse a imaginar qué puede estar pensando alguien que, en una noche de abril, está sentado en una fuente con la mirada perdida.
Una verdad como un templo. Eso es lo que convierte a la fotografía en algo realmente inesperado para el espectador y es precisamente ese misterio en lo que hay que entrar cuando se mira una fotografía. Adivinar, intuir, imaginar lo que ha vio el fotógrafo cuando decidió apretar el disparador.
ResponderEliminarRealidad frente a realidad fotográfica. Un abrazo.
EliminarFormamos partes y entre todas ellas, si se juntan adecuadamente, igual nos tropezamos con una grata sorpresa ;-) .... qué buena idea!
ResponderEliminarEstoy buscando a quien se le ocurrió hacer un espejo juntando espejitos pequeños, para darle las gracias.
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